
Pero lo que mas nos puede sorprender recorriendo las líneas de su obra, es la práctica desaparición de la mayoría de las costumbres que relata. A excepción de algunas recetas astronómicas, pocos recuerdos tienen los rocianeros más jóvenes de las fiestas de los campanilleros pidiendo aguinaldo; los canastitos por Reyes; los columpios por san Sebastián; la salida de los quintos el día de la Candelaria; el carnaval con su "jueves lardero"; los jeringazos, los tiestos o la rotura de la piñata y, como recuerdo perdido de otrora tiempos paganos, el pino largo que se colocaba en las calles dejándole cuatro ramas, el cual impregnado de brea, se le encendía, bailando la gente alrededor. Poco o casi nada se divierten ya los jóvenes casaderos con el juego de la rueda (circulo mágico de enamoramientos) en las cruces de mayo, ni se ven los monaguillos pidiendo los "tosantos": Perdido para siempre se fue el olor del arrope después de la vendimias y en el olvido quedó la arroba o el almuz como medidas de vinos y cereales. Tempos fugit.
Extraido de la sección opinión del periódico Odiel Información.
4 comentarios:
Choko, que ya sabes, que en cuanto puedo pasarme te leo, eh?? Lo que pasa es que nunca puedo dejar coment!
Besos
Hay un reto para ti en mi blog...
bastante interesante!!esta muy bien!!
No sabía yo ke Caro Baroja había esto por akí!!! Este año me toca leerlo
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