11 mayo 2008

LA AMARGURA DE SU CALLE

Con la elegancia del mes de mayo, con el latir de la primavera, así llegó tu adiós...
Bajo la mirada de Ella, a la que tanto le diste sin pedir nada a cambio, recibí la noticia de tu definitiva despedida. Empapado de Cruz de Mayo y celebrando doce lustros. Conmemoración que concebí fría y gris como esa última tarde del “abril, aguas mil”.

Y te fuiste casi sin hacer ruido. Hombre del saber rocianero, de humor fino y certero.
El barbero, el pintor, el escritor, el beato y el rocianero de pro.
Cuantos ratos de charlas, cuanto me enseñó tus palabras. Aunque quizás no lo creas, dejas un hueco irremplazable. Tu voz de opinión clara delante del micrófono se apagó, pero ahora más que nunca, desde mi humilde paraje, alzaré y mostraré todo lo que guardabas.
Quise que tus intervenciones en la radio fueran improvisadas, porque a la larga, era la forma más explicita de mostrar lo que sabías.
Socorro y Dolores te alentaron en esos últimos días de fatigas, pero ahora estás con Ellas dentro del terreno celestial que tu fe derramaba.

Héroe tertulias. Dejas un vacío en la Amargura de tu calle. Desde ese ventanal barroco donde la luz de la tarde te servía de guía para perderte entre páginas y escritos de monarquías y abecés. Donde partían tus palabras escritas para alguna revista de feria o publicación local.
Gracias amigo porque de ti aprendí a amar a mi pueblo sin mirar al ombligo.
Gracias Feliciano por confiar en mí.

2 comentarios:

Hermanita de la Caridad dijo...

Preciosas las palabras dedicadas a tu amigo. Se nota que lo sientes de verdad.
Besitos

El Penitente dijo...

Se a perdido mucha historia que contar!!muy sentido ese homenaje!!saludos