01 junio 2007

EL MISTERIO DEL PINAR

Platero - le dije- ; vamos a esperar las Carretas. Traen el rumor del lejano bosque de Doñana, el misterio del pinar de las ánimas, la frescura de las Madres y de los Frenos, el olor de la Rocina...

Me lo llevé, guapo y lujoso, a que piropeara a las muchachas por la calle de la Fuente, en cuyos bajos aleros de cal se moría, en una vaga cinta rosa, el vacilante sol de la tarde. Luego nos pusimos en el vallado de los Hornos, desde donde se ve todo el camino de los Llanos.

Venían ya, cuesta arriba, las Carretas. La suave llovizna de los Rocíos caía sobre las viñas, de una pasajera nube malva. Pero la gente no levantaba siquiera los ojos al agua.

Pasaron, primero, en burros, mulas y caballos ataviados a la moruna y la crin trenzada, las alegres parejas de novios, ellos alegres, valientes ellas. El rico y vivo tropel iba, volvía, se alcanzaba incesantemente en una locura sin sentido. Seguía luego el carro de los borrachos, estrepitoso, agrio y trastornado.

Detrás, las carretas, como lechos, colgadas de blanco, con las muchachas, morenas, duras y floridas, sentadas bajo el dosel, repicando panderetas y chillando sevillanas. Más caballos, más burros... Y el mayordomo - ¡ Viva la Virgen del Rocíoooo ! ¡Vivaaaaa !- calvo, seca y rojo, el sombrero ancho a la espalda y la vara de oro descansada en el estribo. Al fin, mansamente tirado por dos grandes bueyes píos, que parecían obispos con sus frontales de colorinas y espejos, en los que chispeaba el trastorno del sol mojado, cabeceando con la desigual tirada de la yunta, el Sin Pecado, amatista y de plata en su carro blanco, todo en flor, como un cargado jardín mustio.
Se oía ya la música, ahogada entre el campaneo y los cohetes negros y el duro herir de los cascos herrados en las pierdas...
Platero, entonces, dobló sus manos, y, como una mujer, se arrodilló - ¡ una habilidad suya !- , blando, humilde y consentido.


Juan Ramón Jiménez (Platero y yo)

4 comentarios:

Hermanita de la Caridad dijo...

Muy bonito el fragmento que has cogido de la maravillosa obra de Juan Ramón. Hay que ver Platero, seguro que era mu weno! Y ahora enterrado el pobre debajo de un árbol, dándole vida...
Besos

Maru Serrano dijo...

Platero, que flamenco y Rociero que era el borrico.

Callejuelo dijo...

Es bonito y campechano el libro de Platero y Yo, también muy bueno el pasaje que recoje de las cruces de Mayo. Lástima que no valoren lo suficiente al Premio NObel Juan Ramón Jimenez

Raúl Ramírez dijo...

Aunque parezca mentira no me he leído Platero y yo. Me ha sorprendido el pasaje, pues no lo conocía. No es común leer a un premio nobel hablar sobre El Rocío, todo un lujo. Me ha encnatado la similitud de lso bueyes con los obispos....